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Hasta tal punto desconozco mi alma
que no voy a indagar más en la ajena,
puesto que al transitar mi senda en calma
aliviaría toda mi condena.
Así vivo distante desde luego
pero nunca jamás indiferente,
practicando sin pausa el desapego
por si los palos llegan de repente.
Pues si ya me supone una proeza
mantenerme a distancia y con apuros,
alejado del mundo con presteza
no quiero me adivinen los futuros.
Que tirar la toalla todavía
mis propósitos todos perdería.
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