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Igual que hablo sin tino ni concierto
por los cuatro orificios de mis sienes,
evito contar todos mis vaivenes
por si acaso me pillas casi muerto
Quizás seas la reina de mi puerto
que rebaña tus propios parabienes,
y rebosas mis manos de desdenes
cortando con la espada del experto.
Pero ya fijo en ti mi corta vista
porque nunca sabré si tu delirio
se apoya firme sobre mi esperanza,
desangrando mi túnica de artista,
cuando al desconocer mi cruel martirio
te agarres como un pez de la añoranza.
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