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Muchas veces aún recuerdo como
cada paso que daba era un lamento,
que temiendo caer en el tormento
la juventud con pinzas me la tomo.
Y a sus albores con temor me asomo
deseando que todo fuera un cuento,
aunque Dios me condene si me miento,
que del castigo, plano tengo el lomo.
Porque nunca el maltrato justifico
al tirano diabólico condeno
para que nunca el muy bribón repita,
pues ya sea sargento pobre o rico
que al vicio de pegar le ponga freno
y su debilidad quede maldita.-
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