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Como ha tiempo me plugo a mí el pecado
tan poco me seduce en el presente,
que estando mi conciencia aquí ausente
para otros sea el limbo imaginado.
Pues poco me fascina el resultado,
y menos que me hiciera actuar prudente
ante cualquier apetecible ambiente,
por mucho que lo hubiese deseado.
Ahora es ya la paz que sustituye
y completa el menor de los deseos
quien aspira a colmarme la esperanza,
esa ilusión que nunca disminuye
por más que los constantes pataleos
traten de molestar con su venganza.
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