Apenas me levanto con un sueño,
pronto lo trinco fuerte entre mis brazos
y dándome ligeros arañazos
consigo recordarlo con empeño.

Y es que no existe bulo tan pequeño
que no se haga su sitio a baquetazos,
tejiendo bien profundos sus zarpazos
en la piel de su más tacaño dueño.

Así choco con sueños tan presentes
que a veces conocerme ya me cuesta
al mostrarse bastante embarazosos

por lo extraño que enseñan sus batientes
al dejar la barriga mal dispuesta
entre la sinrazón y los acosos.

Luis Pérez