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La política huele mal, a fosa
séptica, a fe de muchos caraduras
que a pagar nos obligan sus facturas
de manera temible y peligrosa.
Y jodida se pone ya la cosa
cuando en varios partidos las fracturas
rozan escalofriantes cataduras
y la ley no se muestra muy juiciosa.
Así lo entienden fácil los votantes
que a los corruptos votan generosos
esperando repartan beneficios.
Tanto que señalados por mangantes
ocultan el papel de los mafiosos
dejando al descubierto sus indicios.-
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