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No consagro mi vida al sufrimiento
ni rastreo en las tripas de mofetas,
aunque para los dueños de escopetas,
hoy suponga un sutil confinamiento.
Porque asumo que el curre sin lamento
aplaca las manías más discretas,
sin temer que se nieguen las recetas
que a menudo nos quitan el aliento.
Pues la felicidad no me defrauda,
y aunque siempre la busque sin descanso
rara vez le dispenso beneficio,
excepto que no encuentre quien me aplauda
y deba compensarle en mi remanso
con intereses y mejor oficio.-
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