De nuevo los gerentes del estado
se muestran por fin imprescindibles,
ofreciendo promesas imposibles
que al pueblo le mantienen bien atado.
Y porque tienen todo negociado
nos hacen siempre ver que son temibles,
o al menos suficientes y asumibles
al tener la carrera de abogado.
Quien consiga inculcar sus sentimientos
de manera sutil y bien profunda
dentro del corazón de sus amores,
suya será la ruta de los vientos,
aunque en la mar su lindo sueño se hunda
ante un gran mogollón de acreedores.
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