No pasa un solo día en el olvido
sin que para mi sino o mala suerte
me sacuda la idea de la muerte
hasta dejarme tieso y sin sentido.

Quiera Dios que me pille inadvertido
cuando mi vida se conduzca inerte,
aunque el soporte se mantenga fuerte
y ligeros mis pies como un silbido.

No cambio bienestar por un tesoro
aunque imagine un avatar incierto
y el futuro se llene de neblinas,

tanto que luzco el brío de un gran toro
que me hace ver el orbe bien abierto
donde ocultar que las pasé caninas.

Luis Pérez