Porque nada me importan las lecciones
cuando de adulto mi mejor gobierno
me sitúa a distancia del infierno
donde no necesito de perdones.

Pero sin pausa busco mil razones
a la espera de algún detalle tierno
que me devuelva el crédito paterno
que detrás se quedó sin soluciones.

Y aún hoy la razón mucho me duele
al recordar aquella infancia dura,
como real recuerdo la miseria

que ojalá mi cerebro ya congele
de manera que olvide la locura
y también su obsesión por la materia.

Luis Pérez