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Cuán oculto se muestra mi deseo,
que de los desconsuelos me previene,
contra todo capricho que me ordene
ir de aquí para allá con mi jaleo.
Y es que vivir atado al bombardeo
sin recetas triviales que te frene,
que encima de agobiarte te condene,
produce sin cesar un gran mareo.
Sólo interesará para el recato
cualquier realidad que sea ardiente,
siendo la distracción del pensamiento
de las pocas razones sin boato
que provea descanso a un creyente,
y una pizca de paz al sentimiento.
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