El mejor gobernante
no necesita aplausos que se sepa
a no ser que se trate de un gran trepa
que todo lo que puede se lleva por delante.
Ojalá un terremoto del suelo le levante
y le jorobe de raíz la chepa
metiéndose su humor donde le quepa
y no dé más el cante.
Puesto que aquí los más tramposos sobran
necesitamos gente honesta que produzca
y que gane a razón de su trabajo,
pues a su sombra existen muchos que siempre cobran
sin que nadie sus gestos reconduzca
tirando su negocio del golpe todo abajo.
|