Si fue mala la suerte madre mía
que acompañó los años de la infancia
viendo que quien nadaba en la abundancia
más nuestro proceder interrumpía.
Porque admirar sus prados pretendía
exhibiendo su fe con diplomacia
al manejar el verbo con audacia
por supuesto con toda su ironía.
Pronto pasamos a vender sus ascuas
al hacer del incendio un espectáculo
donde unos difundían sus mensajes
y otros aprovechaban que sus pascuas
no llegaran a ser un gran obstáculo
de cara a los siguientes abordajes.
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