Pues paciencia infinita
debería tener con mis colegas
cuando sólo me exponen grandes pegas
al hincar sus caderas los viernes en la ermita.
Como puede que alguno le rece a Santa Rita
aplicando sus sueños en la brega,
si mantuviese su esperanza ciega
en conseguir la guita.
Haría falta mucho desapego
para vernos de niños más tarde en la distancia
sabiendo que los años pronto vuelan.
Pues difícil resulta vivir lejos del ego
y mantener alerta la constancia
de quienes los amores siempre a gusto congelan.
|