No tengo por costumbre
revolcar mis disgutos en el barro
porque salir pretendo del cotarro
y disfrutar a gusto mis noches por la cumbre.
Porque jamás me gusta que nadie me deslumbre
a distancia las luces de mi carro
al cual yo sin estrépito me agarro
si me falta su lumbre.
Ayuda por supuesto necesito
que incluso bien debajo de las piedras la busco
sin que me cueste un gran y cruel esfuerzo,
pues a veces cansado y bastante bien frito
a mitad del camino no me ofusco
quizás porque de sabio muchos dicen que ejerzo.
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