Cuando creo que sueño tan despierto
vivo atado por lazos invisibles,
que pueden parecer irresistibles
al dejarme el deseo bien cubierto.
Y hasta podría ser bastante cierto
que entre tantos estados previsibles
no hubiera insospechados imposibles
que me llevasen de inmediato al huerto.
Porque cuando me duermo así entre amores
sin decidir con cuál de ellos me quede,
parece que me sienta bien a gusto
desgranando la flor de los primores,
hasta ver el primero que no puede
imponerse con éxito al disgusto.
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