Pena dan los complejos provincianos
que son fruto de envidias trasnochadas,
de un montón de trifulcas ya pasadas
por quien el tema tenga entre sus manos.
Si por doquier les crecen los enanos
al tratar de atizar sus payasadas
por proteger raíces separadas
nunca es para sentirse tan ufanos.
Quizás añoren reinos de juguete
donde puedan jugarse las herencias
en famosos torneos señoriales,
y quizás se destrocen el juanete,
no sin antes salvar sus pertenencias
en manos de sus dueños pasionales.
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