Hace mucho tiempo
que de un sueño esclavo
mi tierno corazón hizo caso
y sin saber que me engañaba
tras su rastro yo seguía
tan alegre me las prometía
que no sentí sus pasos
Hasta que de pronto
un frío helado en dos lo partió
y más incrédulo que herido
contempló como su propio sueño
a su amada cubría de besos
Pero haciendo acopio de mis fuerzas
mordí mis carnes al instante
creyendo hacer salir
a mi amada del sueño
y hete aquí la sorpresa
que mi corazón ya no latía
porque nada sentía en mis venas.
|