Que nunca el desánimo anegue
mi minúscula parte de tierra
haciéndome ver que todo vivir es pecado
y todo placer encierra condena
que nunca me arrepienta
por trabajo que me cueste
desenmascarar al profeta
cuando nada en la vida es tan complejo
como quien se empeña que lo parezca
No podría soportar la idea
de saberme fracasado
esperando el instante idóneo
para romper las reglas del juego
o esperar que aparezca el salvador de turno
que perdone los pecados de mi cuerpo
y sufra o goce esclavo del alma
si cargado de culpas y penitencias
peor aceptaría el reto de la muerte.