Cómo no iba a ser consciente
de las comodidades de mi cueva
si cómplice del ansiado destino
tratase en vano de saltar los muros
que conducen a mi facilidad
si hasta puedo olvidar que soy humano
cantando como los ángeles su goce
llorando como los necios su desdicha
Pero si alguna vez aprendo el arte
de evitar que la vida se convierta en rutina
no necesito palabras para pensar
que cerrando los ojos
los sueños se cumplan
y que esa sombra sin sentimiento
que se cierne sobre mi cabeza
en su vagar incierto
yerre por descuido mi destino.