Admirando sin reparos el milagro de la vida
no se acostumbra mi sombra
a portar todo el peso del mundo
como si llevara el alma en bandolera
cuando la prudencia humilla todo su anhelo
y los sueños en tropel
se acumulan imposibles
probando a vivir sin muletas
Y no quiero consolarme pensando
que todo es superfluo
y seguir arañando argumentos
entre el júbilo y el lamento
que me ofrezcan el sueño de lo eterno
simulando que mi cuerpo se aferre a la vida
cuando este mundo a lo sumo
tan sólo le cuesta un par de duelos.