Seguro sí que estaba
de sus intereses quién colocó
su espada de Damocles sobre mi cabeza
y dispuso que el infierno me esperaba
ardiendo eternamente
cada vez que mis ojos mirasen felices
las bellezas de esta tierra
Si ya me trajeron a este mundo
con la camisa de fuerzas bien sujeta
para vivir al límite mis creencias
pronto quedé frente a todos mis miedos
en medio de la nada
al único amparo de mi velado entendimiento
Y aún es hoy que vivo convaleciente
haciendo de lo malo bueno
con el tiempo todo lo que me envuelve
me termina convirtiendo
en sujeto agradecido y obediente.
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