Quizá no esté acostumbrado
a que nadie me quiera
y con el más mínimo gesto
me derrita en abrazos
No entiendo mucho de detalles
ni de halagos a destiempo
pero una mirada amiga
basta para consolarme
Poner al descubierto
todos mis secretos
abriendo de par en par
puertas y barrotes
donde se esconde mi alma
No quiero que me pinten
más cielos lejanos
más allá de la muerte
prefiero una sonrisa amable
aquí y ahora
antes de que me pudra solo
en la soledad de mi cueva
donde sólo me asiste el vértigo
de mi sueño permanente.