Desde la cama escucho el plañir del asfalto
El desabrigo y la inercia Suenan
En cada adoquín agrietado
que aguanta el peso de la lluvia
En el niño o el anciano
al que el agua asea contra su agrado
En el llanto desatendido
abandonado al errar solitario
En la ronca carencia
del destino de los desamparados
En la insana hendidura que padece la historia Suena
El plañir del asfalto
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