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Heme aquí, una vez más, sola,
tragando sapos y culebras,
hasta el fondo de mis tripas,
porque a nadie le importa,
si sufro, amo, río, o lloro,
si mi alma por amor agoniza.
En esta vida tan incierta,
que tengo hoy ante mi,
que sigue y no termina,
que unas veces te mece,
desde el valle a la cima,
para luego zarandearte,
dejar que ruedes cuesta abajo,
luego ya en el suelo tendida,
recibes el último manotazo,
quedando totalmente abatida.
Mientras ves como a lo lejos,
aullan de dolores que adivinas,
porque es mas fácil quejarse,
que echarle agallas y vivir,
aquello que nos pide el alma,
y que el sábio cuerpo necesita,
reclama abrazos, besos, y risas.
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