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Sigue viniéndose abajo
el tejado derruido,
resquebrajándose el muro
donde resisto y vivo.
Cuando observo alrededor
porque no veo, solo miro.
me llegan de lejos,
cánticos, lamentos,
que escucho en sigilo.
Con el dolor lacerante,
habita en mi conocido,
con el albor del día,
el volar de un pájaro
su gorjeo y su trino.
Cuando todo me es ajeno,
todo llega, todo pasa,
me sobro, me basto,
porque ya nada ansío.
Mas acudes a mi mente,
sin fiebre ni desvarío,
y mirándote sin verte,
preguntándome sigo,
¿por qué tanto olvido?
Donde quiera que estés,
abraza la vida despacito,
grita, no escondas el amor,
amar no es callar, siente,
déjate ir al infinito.
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