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De oscuridad se tiñió mi cielo,
leo tus poemas con sabor amargo,
y me duele tanto el deshielo,
me siento animal en letargo,
perdida por el monte viejo,
Paseo olvidado, abandonado,
por el que casi nadie pasa,
pues ya no resulta atrayente,
un camino sinuoso, descuidado.
La falta de atención diaria,
el ser poco transitado,
fue perdiendo sus indicadores,
su nombre se fué borrando.
Así como tu caminante,
que buscando una feliz parada,
escogiste una mejor ruta,
al saber de mi senda trillada.
Está oscureciendo el día,
esta llorando mi alma,
por lo que pudo ser y no fué,
no hubo verdad en la palabra.
Abri de par en par mi casa,
esa que en su interior aguarda,
la que ve pasar ante sí la vida,
la que ni siquiera se lamenta,
la que solo observa, y calla.
Hoy se pasa el baldón,
en el portón de esta posada,
veré a los nuevos camiantes,
desde el alféizar de mi ventana.
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