Amado mío, sol de agosto,
que abrasa mi tierra,
eres volcan hecho lava,
bajando por mis laderas.
Eres glaciar que se funde,
en mi eterna primavera,
eres árbol que me cobija,
del miedo a la tormenta.
Rio en el cual me sumerjo,
de aguas limpias y serenas,
eres fuente de deseo,
donde toda mi sed cesa.
Eres pared que escalo,
tornándome alrededor su hiedra,
echando raices múltiples,
para no separarme de ella.
Eres quien agita mis entrañas,
conoces lo profundo de mi cueva,
eres quién trae paz a mi alma,
para ser feliz en la tierra.
Eres por quién yo suspiro,
tiemblo, me alboroto, embelesa
entre tus brazos y tu calor,
ya no hay miedo ni tinieblas.
Eres razón de mis escalofrios,
hasta desplegarme en ti entera,
bebiendo el néctar de tu entrega,
cuando con él me unges y llenas.
Tuya es mi llegada y espera,
contigo soy feliz, al tenerte,
amo el presente, en que somos
el tiempo en que, por tí vivo,
y que poco a poco nos acerca.
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