Dos luceros perdidos en la noche,
entre los sueños que me evocan,
tu alegría dueño del profundo espacio,
del misterio que nace,
del santuario eterno de la vida.
Quizás fueron todas las palabras,
huellas en la existencia escritas,
y con todas ellas miré a tus ojos,
descubrí entonces, en tu entrega,
lo que es amor, la verdadera poesía.
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