Eras luz, calor de mi vida,
río de agua clara que bebía,
eras el claro amanecer,
en que esperanzas ponía.
Eras mi atardecer,
en que soñaba y dormia,
la luna de mis noches,
que magia y brillo ponía.
El estanque maravilloso,
en el que me zambullía.
río y bosque encantado,
en que jugaba y perdía.
Eras el embalse,
que guardaba agua limpia.
el camino estrecho, sinuoso
por donde yo me escondía.
Eras cielo, luna y nieve,
en la oscuridad de la noche,
luz por excelencia, divina,
pero yo tu frío no sentía.
Resplandor de mis noches,
aguas que me mecían,
eras mi roca de salvación,
a la que a ti me cogía.
Eras la arena de playa
sobre la que caí rendida,
fin de una tarde de verano,
cuando la brisa me mecía.
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