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gaviota frágil


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Lo que no queremos oir, y nos hace tanto bien...

¡Cómo cuesta olvidar ese paraíso creado, inventado por nuestra falsa ilusión!
Consumimos representaciones, opiniones, funciones. Queda uno desfallecido de tanto consumir. ¡Cómo cansan esas funciones, cómo fatigan esas representaciones.

El silencio nos alcanza, nos llega y nos inunda cuando dejamos de ser consumistas de todo eso. En el puro silencio nos volvemos tambien dichosos.
¡Qué amargo el humo de esos bosques, de esas ramas que no nos dejan ver lo verdadero!

Por fin dejamos de ser personaje, de esa función. Es mejor dejar de convivir con esas imágenes que nos tapan, ciegan y engañan, y convivir con la luna, las estrellas, los ríos, los océanos, los pájaros. Son más verdad que las opiniones, las representaciones y las funciones.

Es en el silencio donde se adivina el ser que somos.
En eso adioses el alma se estremece y nace una dicha oculta, la del ser escondido y reucbierto.
Nada puede sustituir ese ser hondo, ese manantial.

Las heridas del silencio duelen. Pero no cicatrizan. La enfermedad del amor brota no tiene cura.Y es algo que no pasa, alcanza eternidad, se queda para siempre. El amor llega y se instala, se queda cuando es verdadero, si no lo és se va.

Nunca somos lo que aspiramos a ser. En el silencio nos negamos a descansar en lo secundario, y superficial, en esas almohadas fingidas y engañosas.

En el silencio vamos al encuentro del ser que grita y canta nuestra verdad. Mas bello que lo que suponíamos. En estos adioses, en estas muertes, no se hace luto por nada.
Se acabó el fingimiento y resucita la alegría.

Nuestra verdad, nuestra dicha está detras de esas imágenes que nos recubren, detrás de esas representaciones que nos agobian, detras de esas funciones que nos asfixian.
El silencio nos deja sin nada, en la verdad. Se es cuando no queda nada, que se abre la posibilidad de ser nuevamente.

Pensar así es fruto de las rupturas, que rasguñan pero no hiren de mortal necesidad. Fruto de la cercanía de la buena amistad que sabe estar a la altura y te dice las verdades que no queremos oir, pero que nos hacen tanto bien.

Nos situan en esa relfexión, silencio, paz, y decisión de cambio.

Aprender es descubrir lo que ya sabes.
Actuar es demostrar lo que sabes.

Y... llegó la hora. Adios tristeza, ¡hola vida!.


gaviota frágil

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Publicado el: 21-12-2003
Última modificación: 13-05-2004


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