Me pudre la soledad,
me mata lo que me rodea,
tanto silencio absurdo,
que estremece la tierra.
Me muero sin abrazos,
y de amor estoy desierta,
voy mendigando cariño,
en cada puerta abierta.
Me acomodo a la tristeza,
a cada ausencia nueva,
caminando siempre agotada,
en cada noche que empieza.
Vomito fuera de mi,
todo aquello que me molesta,
resulta equipaje inutil,
en esta travesia cierta.
En esta calma no deseada,
en esta quietud impuesta
trato de ser dócil,
aunque todo me revienta.
Decimos que la vida es bella,
y a fuerza de decirlo,
acabamos viendo belleza
aunque se nos vaya la vida,
luchando dia a dia por ella.
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