Amor, quise hacerte sentir
la rabia de mis celos,
arrancarme a dentelladas
secas, desde dentro,
del letargo que me recorre
en silencio hace tiempo.
Y saciar el hambre de amor,
pero te quedaste quieto,
en el quicio de la puerta,
para escuchar de mi grito,
solo el conocido eco.
Nada quiere retenerme ya,
al pie de ese bonito cerro,
no buscaba yo, los fósiles,
escondidos en el terreno,
buscaba algo valioso, eterno.
Quise todo contemplarlo,
subir la escarpada ladera,
como niños en puro juego,
buscar nidos de jilguero,
comer moras maduras,
saciar el hambre de besos.
Me tiendes puente de hierro,
y cuando voy a cruzarlo,
se iza de un golpe seco,
protegiendo tu castillo,
de mi amor verdadero.
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