Siento que todos los años,
en un dia me aplastan,
siento toda la soledad
desde mi primera infancia.
Recuerdo aquella casa,
fria, vacia, solitaria,
de pared resquebrajada,
cuando de lejos avistaba.
Recuerdo el atardecer,
sentada en la ventana,
y leyendo entusiasmada
con la luz que quedaba.
Al esconderse el sol,
mi diversion se acaba,
pero el candil se prende
y con el luce su llama.
Que me permite seguir,
leyendo un poco mas,
hasta irme a la cama,
confortable, de tablas.
Compartida hasta el alba,
cuando los mayores por fin
a trabajar se levantan,
y me dejan a mis anchas.
A veces con hambre y frio,
cruzaba aquellas charcas,
para llegar a la escuela,
una preciosa casa blanca.
Allí vivia otro mundo,
mi imaginacion volaba,
apredia cosas impensadas,
de otros paises hablaba.
En aquel pupitre viejo,
de madera desgastada,
y su tintero de nácar,
mi nombre alli grababa.
Entonces no sabia de soledad,
aunque muchas veces sola estaba,
y tal vez esa gran solitud,
iba haciendo mella en mi alma.
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