Querido amigo:
Hoy recorro mi extenso directorio
y las lágrimas opacan mis pupilas
y te escribo pequeñas confesiones
como antes, como siempre, como ahora.
Hace tiempo que estás en mis contactos
y no puedo borrarte todavía.
Me niego a extirparte de mi lista.
Me niego a no leerte cotidiano.
Me niego a tu ausencia de la vida.
Querido amigo:
Van mis letras que a vuelta de correo
me dirán que la dirección no existe
y no importa que el usuario no exista.
Solo importa que tú te fuiste un día
y no borré tu nombre todavía.
|