Me enamoré de un árbol
de su tronco robusto
de sus ramas alegres
de su sombra cautiva.
Me abrazaban sus tallos
habitados de nidos
y de soles ardientes
que doraban su leño.
Comenzaron los vientos
y las lluvias de otoño
y las hojas murieron
desnudando su entorno.
Tiritando de frío
busqué su cobijo
solo hallé fronda seca
sin refugio ni alivio.
Y su sabia artillada
penetró mis entrañas
carcomiendo mi alma
sus despojos de hoguera.
Me enamoré de un árbol
hoy cenizas a vuelo
calcinando de hastíos
tanto amor sin consuelo.
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