Esperaba el destino de mi muerte.
Y encontré tus brazos aquel día.
Y la vida corrió por mis entrañas.
Y la sangre buscó nuevos caminos.
Y el color bordó mi tez marchita.
Y el amor enlazó cada mejilla.
Esperaba la muerte tan temida.
Y tu mano labró su retirada
engarzando de afecto la mirada.
Y bruñendo caricias donde espinas
avivando mi sabia adormecida
ahuyentaste el dolor de mis heridas.
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