Me rogaste leyera...
tus penas a duelo.
Tu cruel desconsuelo.
Tus letras sin vuelo.
Había de hacerlas a nuevo.
Había dolores y anhelos.
Me pediste palabras
para tus palabras.
Me pediste consejos
para tus desvelos.
Escribí cuanto pude
pero mi intelecto
no corrige actitudes.
Solo crea, no pule.
Solo escribe sus soles.
Solo siente sus roles.
Solo pude brindarte mi aliento
y ordenar tus penas al viento.
Solo pude decirte:
- Lo siento –
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