Si sus flechas te hieren algún día
que la brisa de sus alas te acaricie
cuando el dulce dolor de ser amada.
Si sus flechas esquivas te parecen
no te apene su mala puntería
que el es ciego y de espíritu travieso.
Si sus flechas presientes te persiguen
no te asusten los modos de Cupido
caprichoso señor de los amores.
Solo piensa que amar es dar el alma
en tanto el corazón sangra a saetas
se entrelazan los besos y la calma.
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