El árbol que miraba cuando niña
fue creciendo y encendiendo de ilusiones.
A veces se dañaban sus adornos,
como penas del alma nos quebraban.
A veces brillaban sus estrellas
cuando a casa llegaban convidados.
A veces apagaba sus guirnaldas
cuando a la mesa faltaban comensales.
Así entre risas y luces navideñas
creció el árbol como crecen las pasiones
y fue quedando pequeño aquel retablo
que era tan grande a mis ojos infantiles.
El árbol que miraba cuando niña
hoy invade de afecto a mis visiones.
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