Ayer mi miraste suplicante
y mi mano te dio cierta moneda.
Hoy me miraste desafiante
y vi odio exigiéndome comida.
Es tu razón de vida mi congoja.
Es el dolor de muerte tu camino.
Miré la cesta de la compra
bajo el sol de diciembre atormentada,
y mi corazón habló sin mi palabra.
Nos sentamos sin prisa y compartimos,
esa ración humilde que llevaba.
Y vi brillar las estrellas en el día.
Y vi en tus ojos pasadas Navidades.
Y lloramos sin pudores
en el umbral de la fe y la elegía.
Fue la vereda banquete de pesares.
Fue Nochebuena en la tarde de mi aldea.
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