Señor de altas escalas,
llevad la flor en la boca,
es posible que ensubiendo,
se desluzca vuestra ofrenda.
La joven que vos buscais,
no precisa de oropeles,
pero sueña con vuesencia
y apreciará su merced,
la rosa que a su balcón,
le pueda enlazar su arrojo.
Trepando muchos tentaron,
arrebataros la rosa,
deslizose la escalera,
la enredadera arrollolos,
con sus pinches y zarcillos,
quedándose en calzoncillos
y con la moral dañada.
Ni hablemos de los morriones,
de las capas y los sayos.
¡Que tristes se ven lacayos,
huyendo sin pundonor!
Subid pués que vuesa dama,
doncella de grande honor,
os espera en las alturas
y premiará con tesón
los trabajos y modos
de escalar el tal balcón.
Amores eternos hay
que soñaron con el vuelo
y vivieron ensubiendo,
hasta conquistar el cielo.
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