Mayor gratitud al supremo reino
que congelo las ideas en incoherentes
presagios que se hunden en el mar
de pensamientos rotos por el corazón.
Mayor piedad a la luz que trastocó
el universo en busca de un pergamino
de letras superfluas que se conjugaban
con lo desconocido de un idioma.
Mayor silencio por el alma que transita
ofuscada por el asfalto frió de un día
lluvioso que oculta sus manos en los
bolsillos de la perdición.
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