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Pierdo la razón en palabras eternas
que se entierran en el patio trasero
de la memoria, pierdo un sendero
común de huesos rotos tras la profecía
de ruidos de callejón.
Pierdo el sentido común de ser niño
tras la pared de concreto que se
vuelca hacia la esperanza que
vuelve de la nada para hacer posible
la migración de sueños al rincón de l
a habitación.
Pierdo el conocimiento de años y
años luz, pierdo el silencio de la voz
que callaba su sentido en la mirada
perdida de una lagrima regalada
del cielo a un ser de otro planeta.
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