El tiempo adquirió un silencio en
su viaje eterno de dudas y de visiones
invisibles de su ser, encontró que la
voz tan dulce no era mas que un
silencio perpetuo para su fin.
El tiempo perdió su fortuna al día
siguiente de quedar congelado en
voces imaginarias que decían, libertad,
en tatuajes de rostros con risas que
escapaban del miedo.
El tiempo encontró el regalo perfecto
en segundos de minutos que se hacían
eternos en la memoria vaga que le
quedo en su cordura, un regalo que
solo pudo ver al cerrar sus ojos para
siempre.
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