Ayer el silencio rompió su voz al
tratar de entregarle una canción
al trovador de enredos, ayer
consiguió que su voz se escuche
en la noche entre la lluvia y el dolor
de una despedida final.
Ayer el silencio quebró sus huesos
haciendo de su cuerpo el mástil
principal de una vida, ayer presintió
que la coherencia era la carta de
despedida para llegar a casa.
Ayer el silencio ahogo su cuerpo en
alcohol buscando la respuesta a sus
preguntas, ayer la mirada se le perdió
en el grito de miles de plegarias
llamándolo a él.
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