Quien diría que los años pasan y
se vuelven casi incomprensibles en
la magnificencia de una voz aclamada
por el mundo, quien diría que la felicidad
es una palabra y ahí se queda.
No creo alcanzar minutos eternos
en la soledad de un buen libro,
no creo en llegar a cumplir anhelos
ajenos fuera de mi mismo.
Yo y Dios hicimos un pacto silencioso
un sonido sellado con una lagrima que
hoy es la esperanza para seguir y
demostrar la verdad de una vida entera
dedicada a ser un humano.
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