Como tornado incontrolable
llegaste un día a mi vida
arrasando con tu encanto
mi voluntad adormecida.
El torbellino de tus brazos
me arrastró cual una pluma,
ligera y sutil melodia
de zozobras y alegrías.
En la vorágine de la vida
te hallé casi a hurtadillas
arropada de recuerdos
y un cargamento de espinas.
Fue un recorrido incierto
en un navegar de aventuras
donde el mundo se postré
ante tu arrogancia vivida.
Tu manifiesta inconsciencia
y tu decandencia marcada
malogró la placidez
de tus últimos y austeros años
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