En la noche la almohada
me pone en las mejillas
la solitaria rosa de tu aliento
tierna, dulce y perfumada.
Evoco aquellas noches
preñadas de dulces sueños
de ternura compartida
amándonos en silencio.
Tú me decias te quiero
con el brillo de tus ojos,
no hacia falta palabras
tan solo verte por dentro.
No olvidare nunca
la calidez de tus manos
tan ligeras y sutiles
cuando acariciaban mi cuerpo.
Como palomas al viento
tus blancas manos volaban
obsequiándome con la magia
de tu alma enamorada
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