No hace mucho tiempo
allá por tierras de Egipto
un aroma me envolvió
en el Templo del amor
de la inquieta y bella Isis.
Un tanto extrañada quedé
al sentir esta fragancia,
era un perfume exquisito
semejante al almizcle.
Entre piedras milenarias
niguna destilaba aroma
por lo que no extrañé
que de un Ángel se tratara.
Los Ángeles se manifiestan
de mil formas caprichosas,
lo mismo nos muestran su rostro,
como su Luz, fragancia y grandeza.
El perfume percibido
me extasió en gran manera
cuando en el Templo del amor
un Ángel me brinda su aroma.
Esta envolvente situación
permanecio en mi todo el día,
dándome certeza y seguridad
de que los seres de Luz
junto a mi revolotean.
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